Fecha de fundación: 29 de noviembre de 1973
Reseña histórica:
La Familia Torres
La familia Torres fue descrita por don Blas y por el paisa Robles como integrada por personas muy laboriosas y muy organizadas.
José María, por ser el mayor, era quien asumía toda la responsabilidad de la posada, y su esposa, que por esa época no tenia hijos, era la encargada de la cocina. Allí, en esos oficios, el menor de los Torres, Juan José, era su inmediato colaborador. El otro Torres, Jesús María, poco colaboro con la posada, pues se dedico a derribar montañas y fue así como fundo una bonita y grande finca sobre la quebrada la Venecia y Santos Gutiérrez. Luis francisco Valdivieso manifestó que hacia, 1920, un letrero de grande instalado cerca a la vía férrea decía:
“Propiedad de Jesús Maria Torres”.
Según la descripción de don Rafael Rojas Bustos, Juan José era una persona de baja estatura (1.62, aproximadamente), de tez morena, cabellos lacios y facciones indígenas que siempre fumaba tabaco y usaba un sombrero de jipijapa de alas muy cortas. Era tímido y de muy pocas palabras.
La familia Torres desapareció de la región posiblemente a comienzos del siglo. Es posible que cuando don Rafael Rojas Bustos Conoció a don Juan José, hacia el año de 1925, fue porque el estuvo durante una corta temporada en esta región.
Aconteceres
En enero de 1919, un voraz incendio destruyo unos cuarenta ranchos, con techo de paja o palma y que estaban encerrados en madera o bahareque, en los cuales se agrupaban centenares de valientes de valientes trabajadores enfrentados a las inclemencias del clima, a los molestos zancudos y en los cuales no tenían mas que una posibilidad de diversión: los ranchos donde se vendía guarapo.
Una vez que el incendio redujo a cenizas aquella ranchería, escasamente se podrían apreciar algunas viviendas: Una, donde hoy es la propiedad de José Vicente Pérez, otra en barronegro (El cementerio); dos en el sitio de los toches; otra, donde funciona actualmente la alcaldía, el rancho donde funcionaba la fábrica de gaseosa de propiedad de los señores Clausen, el costado oriental, donde actualmente es la alcaldía, pero suspendió su producción debido a que sus principales consumidores se fueron expandiendo a lo largo de la importante línea del ferrocarril.
Los pisos de arena del sitio de la Gómez, (nombre dado en honor al ingeniero Eugenio Gómez Gómez, gerente del ferrocarril) sirvieron para que se estableciera los talleres en los cuales sobresalió como mecánico don Arturo Ruiz.
Por esos días, Maria Cano, la luchadora socialista del momento a quien llamaban La Flor del Trabajo., realizaba su sexta gira por el territorio nacional y en ella incluyo visitas a Bucaramanga, La Gómez y puerto Wilches.
A partir de 1924, sobre la hoya del Río Lebrija, en un punto llamado llaneros La Tigra, se iniciaron los trabajos para la exploración en búsqueda de petróleo. La empresa Colombian Sindicate fue la que tomo la iniciativa. Una de las entradas principales para llegar al sitio de la exploración era por Regaderos (Provincia), por un camino amplio que llegaba hasta Campo 7.
Es muy cierto que a este sitio de la Tigra venían gentes de todas las partes buscando una oportunidad de trabajo. A veces lo conseguían, pero muchos encontraron la muerte, unas veces a causa de paludismo, otras por las picaduras de animales o el zarpazo de los tigres, pues de todo se vale la madre naturaleza para detener la mano inclemente del hombre, que destruye actualmente, sin tecnología, nuestros bosques.
Los norteamericanos, quienes eran los técnicos y dirigían las obras, por tener los conocimientos necesarios, al final de los trabajos abandonaron la región y le obsequiaron sus pertenencias al ferrocarril. Cuando la administración dio la orden a los trabajadores para que fueran a recoger la “herencia” se llevaron una buena sorpresa, pues, como por encanto, había desaparecido la mayoría de los objetos, entre ellos tablas de madera finamente aserradas, laminas de zinc, mallas, utensilios de útiles domésticos, un motor eléctrico de mas de cien arrobas de peso y, como si fuera poco, léase bien, el piso de cemento de mas de cincuenta metros cuadrados que tenían las construcciones.
Buscando petróleo también hicieron exploraciones las empresas Leonard Co. Y lobitos Oilfiels Ltda., en las cuales destacaban las figuras de Mr. Blondy, quien, precisamente, se instaló sobre las propiedades que habían sido de los hermanos Torres y ya había pasado a ser propiedad de don Alfonso Silva Silva, quien tenía como administrador a Vitalino Martínez.
Este punto llamado la “palestina”, contó con aeropuerto propio (un poco mas al occidente que el actual); un pequeño ferrocarril, con vagones diminutos y sobre rieles muy angostos, se deslizaba por la hermosa sabana hasta llegar El Almendro, a unos doce Kilómetros del actual casco urbano de Sabana de Torres.
Mientras tanto, los escasos habitantes que trabajaban aserrando y labrando madera le dijeron los primeros impulsos a la agricultura: Parmenio Mantilla Buitrago sembró su primera cosecha de arroz más allá de “la loma de los perros”, sobre la quebrada la tabla de mina. Como los resultados fueron buenos, siguieron su ejemplo pacho Sambrano, Santos Amorocho, Luis Francisco Valdivieso, Felisa Bustos de Rojas, Hipólito jaimes y otros más. Auxiliados por los primeros agricultores, fueron llegando colonos que con sus trabajos hicieron pequeñas mejoras en las tierras que luego se convirtieron en prosperas haciendas.
Pasaron mucos años sin que se conociera nombramiento de autoridad civil; las escasas contravenciones a la ley eran atendidas por la policía de Puerto Wilches, compuesta por un comandante, dos agentes de primera y treinta de segunda quienes devengaban salarios un poco superiores a los agentes de otras regiones, en consideraciones del clima y de las diversas dificultades que conllevaba vivir en la zona.
Para colaborar con la policía, Parmenio Mantilla Buitrago institucionalizo la autoridad civil. En tal condición era acatado y respetado e impartía justicia con equidad y honradez. Sobresalió su administración ad-honorem por su gran espíritu cívico y el sentido de colaboración que logro comunicar a sus conciudadanos.
Aun con nostalgia recordamos la organización para la fiesta de la Virgen del carmen, cada 16 de julio, para cual invitaba al padre Valdivieso. Don Parmenio Colaboró, además, en la construcción de la capilla católica y de la escuela pública. Cerca de una pesebrera de su propiedad acondiciono un cuarto encerrado en madera (actualmente la alcaldía) que servia de comando de comando de policía cuando los integrantes de este cuerpo armado permanecían en el pueblo.
Parmenio Mantilla Buitrago había nacido en el vecino municipio de Rionegro el 8 de mayo de 1893 y, después de trabajar por cerca de veinte años como mayordomo de una hacienda de unos señores Mutis, comenzó a viajar como arriero hasta Puerto Santos, de donde paso a Sabana de Torres, en diciembre de 1928. Antes se había casado con Angélica Carreño, en el corregimiento de Galápagos, municipio de Rionegro.
Instaló definitivamente su vida en un rancho pajizo en el sitio de “Los Toches”, actualmente, el barrio Gaitán. Inicio su actividad de comerciante como socio en una tienda de Santos Amorocho; además de expender carne, aprovisionaba de polines el ferrocarril. En muchas ocasiones se le vio tomar en sus manos un costal de fique para ir hasta el tren y regresar con mas de medio costal de billetes de diferentes denominaciones; ya en su negocio comenzaba a cancelarle a los arrieros y obreros hasta que el volumen del costal se reducía tan solo a una cuarta parte de lo inicialmente recaudado. A falta de medico, ejercía también esta noble profesión, pues la gente decía que era muy acertado en la formulación y aplicación de inyecciones al igual que las aguas aromáticas que las combinaba con rezos y mensajes especialmente a los mordidos por las serpientes que, por esa época, abundaban en esta región. No es exagerado afirmar que a falta del párroco administro los primeros o los últimos sacramentos, con fe y profundo respeto cristianos.
Parmenio Mantilla Buitrago fue consejero de pobres y ricos, conciliaba los hogares, suspendía riñas, corregía a los jóvenes y ofrecía seguridad social; se le veía exponer su vida por los demás, como en aquella ocasión en que perdió la visión en uno de sus ojos mientras mediaba en un litigio. Traslado a bogota, donde recibió tratamiento medico, pero desde entonces quedo debilitado física y económicamente. Fiel a su tradición, siguió colaborando con desinterés en todos los certámenes cívicos y sociales aun en tiempo de la marcada violencia. Aunque con ideas netamente liberales, ayudo a salvar la vida y bienes de sus contrarios.
El gobierno departamental le reconoció en parte sus invaluables servicios, dándole carácter oficial a su trabajo a partir de mayo de 1949 hasta diciembre de 1951. Antes del nombramiento oficial figuraron como primera autoridad don Héctor Collazos y don Ángel Maria Correa. Este último fue nombrado inspector de policía del corregimiento de la Gómez, pero al no poder residir allí por controversias con los pobladores estableció se despacho en Sabana de Torres. Fue el señor correa quien abrió los primeros libros de registro de nacimientos del futuro municipio.